Un día, llegando a casa después del trabajo, me encontré con
un vecino en el portal que amablemente sujetó la puerta para que entrara con mi
bici. Me miró sorprendido y me dijo “¡Ahí va, vas con tacones!”. “Claro, vengo
del trabajo”, fue mi respuesta, sintiéndome más sorprendida yo que él.
Cuando decidí utilizar la bicicleta como medio de transporte
urbano, no me planteé que tuviese que cambiar mi forma de vestir. Pero me he
dado cuenta que muchos ven la bici como un instrumento deportivo y todavía no hay una conciencia
generalizada de verla como un vehículo. Probablemente mi vecino no es el único
al que no le sorprendería igual que yo fuese con tacones montada en una moto.
Sí, es cierto que elijo la ropa que me voy a poner
condicionada por ir en bici, pero no necesariamente llevo chándal y zapatillas, sino que hay
prendas que son más cómodas que otras. Por ejemplo, no llevo minifalda con
vuelo para evitar que alguna ráfaga de viento muestre más de lo debido.
Mis prendas preferidas son los leggings y vaqueros o pantalones ajustados, que evitan el riesgo de
engancharse con los pedales o la cadena. Pero si alguna vez elijo un pantalón
más amplio, solo tengo que arremangarme la pierna derecha y así, además de no
enredarse, evito que se manche de grasa. Esto último despierta comentarios, así que procuro enseñar mis
calcetines más chic o por lo menos
que no tengan ninguna carrera o agujero poco glamuroso.
En cuanto al calzado, simplemente me pongo los zapatos que
vayan a juego con mi vestimenta. Sandalias en verano, eso sí, nunca chanclas, porque
además de no ser cómodas para pedalear, si se escapan de los pies pueden
provocar algún desequilibrio que termine en un doloroso encuentro con el suelo;
y botas o zapatos en invierno. La altura del tacón puede ir desde una pequeña
cuña a un atrevido tacón de ocho centímetros.
El resto de complementos van
acordes a la época del año, prefiriendo para el invierno chaquetas de talle
corto y con cremallera, que permita desabrigarse un poco en algunos tramos del
trayecto, sobre todo después de algún esfuerzo en el pedaleo. Los guantes
pueden ser desde un tejido fino de algodón para los primeros días del otoño a
unos de piel o con forro polar para combatir temperaturas invernales. Sin
olvidarme del fular, bufanda o pañuelo para el cuello.
He leído por la red algunos artículos o posts en blogs que tratan sobre el look para ir en bici. Yo no me planteo crear una moda (aunque se
dice por ahí que montar en bici lo está) ni llevar un look trendy, simplemente me visto como me apetece y me gusta, y me
subo en mi bici a pedalear por la ciudad. Debo decir que, afortunadamente, cada
día son más las personas, muchas de ellas mujeres, con las que me cruzo a
diario en mis trayectos y que, al igual que yo, visten con ropa adecuada a sus
trabajos o estilos de vida mientras se mueven como ciclistas urbanos.